La relación bilateral entre el intestino y el hígado puede ser un hecho sorprendente para muchas personas. Esta correlación se debe, entre otras cosas, a la proximidad anatómica de ambos órganos, pero también existe una conexión funcional entre la mucosa intestinal y el hígado. Esta conexión es la vena porta, que es relativamente corta pero tiene un diámetro grande y es una conexión física del sistema digestivo con el hígado.
Los nutrientes y micronutrientes que se absorben en el intestino delgado ingresan primero al hígado, donde se procesan antes de transmitirse al corazón. El tracto gastrointestinal directamente asociado con el hígado se extiende desde el esófago inferior hasta la parte superior del canal anal. También incluye vasos sanguíneos del bazo y el páncreas.
El exceso de azúcar se convierte en grasa, que puede almacenarse en las células del hígado.
Consecuencias del daño hepático
Cuando el hígado está dañado, las enzimas hepáticas ingresan al torrente sanguíneo. El nivel de enzimas hepáticas en la sangre es proporcional al grado de daño hepático. El hecho del daño hepático puede confirmarse mediante estudios basados en la medición de la respuesta inmune que prueba la presencia de «marcadores» especiales en la sangre.
La enfermedad del hígado graso es el resultado del exceso de azúcar en la dieta diaria, porque el azúcar no utilizada se convierte en grasa, que se acumula en las células del hígado. Este mecanismo afecta el funcionamiento de las células hepáticas y finalmente conduce a su esteatosis. El hígado dañado produce el tejido conectivo que rodea el órgano. Este proceso se conoce como cirrosis hepática o fibrosis hepática. Los vasos sanguíneos se tensan, lo que limita el flujo de sangre a las células del hígado y, en consecuencia, la muerte de este importante órgano.
La enfermedad del hígado graso no alcohólico es la enfermedad hepática más común en el mundo, que surge en relación con la obesidad, los trastornos del manejo de la grasa, la diabetes o como un efecto secundario de los medicamentos antiinflamatorios y hormonales.
La única forma de tratar el hígado graso no alcohólico es cambiar su estilo de vida. No hay un agente farmacológico que trate esta enfermedad. Uno de los factores que conducen al hígado graso no alcohólico es un exceso de bacterias desfavorables en el intestino delgado y un aumento de la permeabilidad intestinal. La flora bacteriana desfavorable produce etanol y lipopolisacáridos en el tracto digestivo. Estas sustancias causan un fuerte estrés oxidativo y un aumento de la inflamación que conduce al hígado graso.
Las personas que toman suplementos prebióticos y probióticos tienen mejores resultados: enzimas hepáticas, proteína C-reactiva, factores de necrosis tumoral, fibrosis. Los prebióticos y los probióticos reducen el número de marcadores de inflamación y mejoran los indicadores restantes que indican una mejor condición del hígado.
Regeneración de flora bacteriana utilizando probióticos y prebióticos
El beneficio más importante de usar suplementos probióticos es la colonización del tracto digestivo por bacterias beneficiosas. Las bacterias beneficiosas y dañinas colonizan el tracto digestivo, compiten entre sí por la comida. Cuando introducimos una gran cantidad de bacterias beneficiosas en el intestino, las bacterias beneficiosas dominan y las bacterias dañinas se eliminan. Los beneficios para el cuerpo son enormes. En primer lugar, se fortalece el sistema inmunitario y se mejora la calidad de la digestión y la asimilación de nutrientes. Los prebióticos, como los fructooligosacáridos, son un medio que mantiene bacterias beneficiosas en el intestino y previene la multiplicación de microorganismos dañinos.