El cerebro funciona constantemente a lo largo de su vida, tanto durante el día como durante la noche cuando está dormido. El cerebro nunca descansa y, por lo tanto, requiere un suministro constante de energía, que se obtiene de los alimentos. La calidad del «combustible» que alimenta el cerebro depende de los componentes de su dieta.
Lo que comes afecta directamente las funciones del cerebro y su estructura, así como también tu estado de ánimo.
La depresión es una condición común. Alrededor del 5% de las personas en todo el mundo lo padecen. Incluso los síntomas más delicados de la depresión se asocian con una disminución de la calidad de vida, el deterioro del bienestar, la disminución de la productividad en el trabajo y durante el estudio y el deterioro de las relaciones psicosociales.
Calmantes-hipnóticos, las llamadas benzodiazepinas (relanium, lorafen) no curan la depresión. Solo pueden usarse como adyuvantes para aliviar los síntomas, reducir la ansiedad o mejorar la calidad del sueño. Sin embargo, usar tales medidas por más de uno o dos meses puede llevar a la adicción.
¿Cómo afecta la nutrición a la función cerebral?
Todo el mundo sabe que el motor del automóvil debe recibir combustible de una calidad adecuada, de lo contrario, dejará de funcionar. Por analogía, el cerebro puede dañarse si lo suministra con combustible de baja calidad. Además, los productos procesados y refinados crean subproductos metabólicos perjudiciales que también actúan destructivamente en las células del sistema nervioso. Por ejemplo, una dieta rica en azúcares refinados es dañina para el cerebro. Además del deterioro del equilibrio de insulina en el cuerpo, estos tipos de productos promueven la formación de inflamación y estrés oxidativo.
La investigación confirma la correlación entre la dieta rica en azúcares refinados y la función cerebral deteriorada, así como el estado de ánimo y la depresión.
Los probióticos ayudan a mantener un buen estado de ánimo
Las personas que usan probióticos (suplementos dietéticos que complementan las bacterias beneficiosas en el sistema digestivo) notan una reducción en las dolencias relacionadas con el estrés. Los investigadores argumentan que la causa de esta reacción es la serotonina, un neurotransmisor que regula el estado de ánimo, el sueño y el apetito. Más del 90% de la serotonina se produce en el tracto gastrointestinal por bacterias «buenas» en los intestinos, por lo que poner en orden la flora intestinal es esencial en el tratamiento del estrés.
Buenas bacterias protegen la mucosa intestinal y proporcionan una protección adecuada contra toxinas y patógenos. Además, la flora bacteriana natural no produce sustancias tóxicas que puedan penetrar en el torrente sanguíneo, entrar en el cerebro y causar reacciones tóxicas que conducen a disfunciones del sistema nervioso.